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28 de abril de 2024, 4:00 AM
28 de abril de 2024, 4:00 AM

Pedro Sáenz | DIRECTOR DEL OBSERVATORIO NACIONAL DEL TRABAJO

En la época actual, marcada por avances tecnológicos sin precedentes, la transformación digital ha redefinido no solo las fronteras del comercio y la industria, sino también las habilidades necesarias para navegar el futuro del trabajo. La integración de la inteligencia artificial, la robótica y la digitalización en los procesos empresariales está creando paradigmas que demandan una fuerza laboral altamente capacitada y adaptable.

El surgimiento de tecnologías disruptivas ha permitido una profunda transformación en los roles laborales. Tanto la automatización como la digitalización, inicialmente vistos como amenazas al empleo, han demostrado su capacidad para generar nuevas oportunidades, reconfigurando el mercado hacia roles que requieren competencias avanzadas en programación, análisis de datos y manejo de tecnologías emergentes.

Según el informe Future Jobs Report del World Economic Forum, se estima que 83 millones de empleos podrían desaparecer durante los próximos cinco años, pero simultáneamente se crearán 69 millones de nuevos roles que demandarán habilidades complejas y especializadas.

La inteligencia artificial está al frente de esta revolución, introduciendo capacidades que van desde diagnósticos médicos avanzados hasta optimización de procesos industriales. Para los jóvenes, esto representa un doble filo: mientras que la IA ofrece campos innovadores y expansivos para el desarrollo profesional, también exige un dominio en nuevas habilidades técnicas y competencias socioemocionales, como la adaptabilidad y el trabajo en equipo.

Las universidades, en respuesta, están llamadas a revisar sus currículos para incorporar estas competencias esenciales, preparando así a los estudiantes no solo para enfrentar los desafíos del presente sino también para innovar hacia el futuro.

La digitalización se extiende a través de todos los sectores económicos. La implementación de sistemas basados en la nube y big data ha transformado desde la agricultura, que ahora utiliza tecnologías de precisión, hasta el sector servicios, que se ha visto revolucionado por el comercio electrónico y las fintech. Esta transformación demanda un nuevo tipo de profesional, versátil y con habilidades transversales, capaz de adaptarse rápidamente a nuevos entornos y tecnologías.

En este contexto, el papel de las instituciones educativas es fundamental. Deben actuar no solo como transmisoras de conocimiento, sino como plataformas de innovación que conecten directamente con las necesidades de la industria.

La colaboración entre universidades y empresas se vuelve crucial para desarrollar programas de estudios que respondan directamente a los requerimientos del mercado laboral. Además, las universidades deben fomentar el espíritu emprendedor y la innovación, proporcionando a los estudiantes las herramientas necesarias para crear soluciones novedosas y empresas emergentes que respondan a los desafíos globales.

América Latina, y Bolivia en particular, enfrenta desafíos únicos debido a su infraestructura tecnológica aún en desarrollo y un sistema educativo que lucha por mantenerse al día con las demandas globales. Sin embargo, estos desafíos también presentan oportunidades significativas. La crisis económica actual puede ser un catalizador para reformas sustanciales en la educación y la política tecnológica, promoviendo un crecimiento inclusivo y sostenible.

Mientras la tecnología continúe avanzando a un ritmo vertiginoso, la capacidad de adaptación y la adopción de nuevas competencias serán determinantes para el éxito en el mercado laboral.

Las instituciones educativas, junto con los gobiernos y el sector privado, deben trabajar para garantizar que la fuerza laboral no solo enfrente los desafíos del mañana, sino también dirija el camino hacia un futuro mejor. En este esfuerzo, Bolivia puede transformar sus actuales desafíos económicos en una escalera hacia el éxito tecnológico y económico que se vislumbra a nivel global.



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